lunes, 17 de mayo de 2010

COMPROMISO SOCIAL Y POLÍTICO EN MIGUEL HERNÁNDEZ.

Miguel Hernández Gilabert nació en Orihuela el 30 de octubre de 1910 y murió en Alicante el 28 de marzo de 1942. fue un poeta y dramaturgo de gran relevancia en la literatura española del siglo XX. Su compromiso político se basó fundamentalmente en la defensa de los más débiles, es decir, la clase trabajadora y aunque conoció a personas importantes de la literatura española, nunca olvidó sus orígenes, y se consideraba parte del pueblo.

La primera obra teatral que publicó Miguel Hernández era religiosa, un auto sacramental. En el que condena los actos revolucionarios de los campesinos y critica las posiciones políticas de anarquistas, comunistas y sindicatos obreros. Este es un periodo conformista y reaccionario que va desapareciendo y deja paso a un sentimentalismo costumbrista. Podemos destacar ‘En mi barraquica!’, poema en el que utiliza un lenguaje huertano, similar al panocho murciano: ‘¡Créalo! No han habío cuasi ná e cosechas: ‘me s’heló la naranja del huerto, no valió la almendra, las crillas del verdeo, el río, cuando se esbordó, de ellas me dio cuenta que las pudrió tuicas: no he recogío pa pagar la jüerza!’ Se aprecia ya aquí una preocupación social.
La situación social y política que le toca vivir a Miguel Hernández es una oligarquía territorial que impedía cualquier reforma agraria para cultivar los predios y repartir el cultivo de los latifundios del agro español. Miguel Hernández se funde, se asimila, se considera una parte del pueblo; podemos decir que Alberti y García Lorca hacen poesía del pueblo para el pueblo, pero los poetas de la Generación del 27 no hablan de los problemas del pueblo. Los poetas de la Generación del 98 no sabían resolver los problemas sociales y políticos de su época por lo que crean una España soñada y recreada. En cambio, él, sin poseer la cultura de sus predecesores, aportó propuestas de reforma agrícola de mejor reparto de tierras y cultivo racional, como bien podemos observar en el poema Aceituneros: ‘Andaluces de Jaén, aceituneros altivos, decidme en el alma ¿quién levantó los olivos? No los levantó la nada, ni el dinero ni el señor, sino la tierra callada, el trabajo y el sudor.’

Puso todas sus fuerzas para defender la tierra, así como para dignificar a los campesinos y concienciarlos de sus derechos y posibilidades de conseguirlos. Poco a poco Miguel Hernández se decanta para el lado del débil obrero y reivindica los derechos del pueblo trabajador. Así fue como abandonó la poesía pura y católica y se pasó a la poesía impura, que incluía algunas protestas sociales; la cual, podemos decir, tenía ímpetu social y afinidad con la ‘inmensa compañía’, así como libertad y defensa de los valores humanos.

En 1935 Miguel Hernández experimentó un cambio estético e ideológico y abandonó el credo religioso por represor y reaccionario como bien podemos observar en su poema Sonreídme: ‘Vengo muy satisfecho de librarme de la serpiente de las múltiples cúpulas, la serpiente escamada de casullas y cálices: su cola puso acíbar en mi boca, sus anillos verdugos reprimieron y malaventuraron la nudosa sangre de mi corazón. Vengo muy dolorido de aquel infierno de incensarios locos, de aquella boba gloria: sonreídme.’ En su drama social Los hijos de la piedra, escrito en este mismo año, defendió el tiranicidio. Un año más tarde escribió El labrador de más aire que impulsaba a los campesinos a esgrimir símbolos comunistas y a protestar con amenazas al cacique despiadado y abusador.

Su compromiso político se basa en experiencias cotidianas que él mismo y los suyos han sufrido. Se decantó por el bando republicano, en contra del rebelde, el invasor, el asesino, el rico. Cultivó una poesía de propaganda y aliento que circulaba por las trincheras.

En el libro Viento del pueblo (1937) podemos observar su faceta optimista, alentadora, entusiasta y combativa por la esperanza en la victoria donde lo colectivo gana importancia a lo personal y se refleja la solidaridad con el desvalido así como se exalta la virtud del amor a la patria. Miguel Hernández pasa del motivo religioso al mensaje rebelde contra la sociedad inicua y revolucionario, contra la sociedad represora. Su estilo se hace claro y transparente, directo, para que pueda ser comprendido por la clase humilde, la mayoría de los cuales son rurales y analfabetos. Utiliza el metro popular, el romance y la metáfora se simplifica. Su poesía se caracteriza por un tono épico y social y con ella sigue luchando contra la opresión y las cárceles.

En 1938, ya cuando la derrota republicana es inminente, publica El hombre acecha, una visión pesimista de la guerra. Esta poesía tiene un verso amplio y doloroso, lento. Miguel Hernández finalizó este libro con una petición de esperanza ‘Canción Última’.

Podemos destacar la fidelidad del poeta a sus propios orígenes humildes. Su poesía social refleja el dolor compartido y la denuncia contra la injusticia capitalista, defendiendo a las clases explotadas. Alabó a sus amigos republicanos por su combativa resistencia a favor de los ideales democráticos de la España progresista y a vejar a los enemigos de la España libre.

Por lo tanto, podemos decir, que Miguel Hernández representa todo lo que significó la II República española como afán de superación, alfabetizando y cultivando a un pueblo exagerado y abandonado por las leyes de instrucción. Ha servido de modelo para muchos poetas y como bien dice Jesucristo Riquelme, hay escritos que incumben más que el escritor, pero en el caso de Miguel Hernández, es la persona la que brilla por encima de sus textos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario