lunes, 17 de mayo de 2010

Temas de la poesía de Miguel Hernández

Temas de la poesía de Miguel Hernández

Los principales temas utilizados por Miguel Hernández a lo largo de su producción poética fueron la naturaleza, el amor, la vida y la muerte, y el compromiso social y político; los cuales estuvieron influidos en gran manera por los sucesos que ocurrieron en su vida.

En cuanto a la naturaleza, Miguel hizo a ésta la protagonista de sus poemas abarcando tanto al paisaje como a los elementos cotidianos de su existencia, devolviéndole así la poesía.

Un ciprés: a él junto, leo.
(El sol va acortando poco
a poco su fulgor loco.
Preludia un ave un gorjeo).

Me acuesto en la hierba. Leo.
(Da el sol un golpe mayúsculo
a una montaña…Crepúsculo.
Se oye de un agua el chorreo).

Este tema lo trató desde diferentes puntos de vista, uno de los cuales fue relacionándolo con Dios mediante una cosmovisión católica en la que se concebía todo lo natural como obra de Él, en la cual describía la naturaleza, ensalzándola y dignificándola, e incorporando metáforas puras cuya imagen era una nueva percepción de la realidad.

Lagarto, mosca, grillo, reptil, sapo, asquerosos
seres para mi alma sois hermosos. (…)
Porque por vuestra boca venenosa y satánica
fluyen notas habidas en la siringa pánica.
Y porque todo es armonía y belleza
en la naturaleza.

El otro punto de vista fue relacionándolo con la invención del lenguaje y la retórica, etapa en la que emuló al estilo de Góngora, homenajeándolo en Perito en lunas donde escribió unos acertijos poéticos sin título que describían objetos sencillos de la naturaleza y de la vida cotidiana.

Además, empleó el símbolo del “viento” en su etapa descriptiva como fenómeno atmosférico, en la religiosa como la voz de Dios y de sus profetas, durante el conflicto bélico como voz del pueblo y persecución, y en la poesía amorosa como el amor; y a la “tierra” como reivindicación social.

Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.

La poesía amorosa fue tratada por Miguel Hernández desde varios enfoques, tales como el despertar sexual, en el que el ímpetu desbocado de su sangre joven, hizo que en sus poemas se mostrara el debate interior y personal entre su religiosidad y la tentación del goce; además, en el amor-lamento y el amor-ilusión acudió al amor abstracto, establecido como ideal del amor supremo, utilizando como fuentes el amor cortés y poemas bucólicos, y empleó la metáfora de la herida como símbolo de la existencia.

Una herida sangrante y pequeña;
del purpúreo coral doble rama;
un clavel que en el alba se inflama;
una fresa lozana y sedeña.

En los poemas del amor-dolor se produjo la búsqueda del poeta a sí mismo y el reconocimiento de su dependencia de otra persona para mantener su identidad, así como el choque entre las ansias de amar y la moral provinciana, produciéndose el rechazo al goce erótico y por tanto la pena hernandiana; y empleó como símbolo el toro en libertad para expresar fuerza y virilidad, y en la plaza para evidenciar la muerte y el dolor.

Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,
que son dos hormigueros solitarios,
y son mis manos, sin las tuyas, varios
intratables espinos a manojos.

Como consecuencia de su boda con Josefina Manresa, tuvo un nuevo brote amoroso que dio lugar a la poesía de amor-alegría y amor-fraternidad, en la que el vientre materno identificaba a los hombres y a la naturaleza, y el amor, como esencia de la vida y la muerte, vencía al odio que desencadenó la guerra.

Durante el período del amor-odio, Miguel se dedicó a elaborar poemas de afligido tono humano en los que el hombre se animalizaba y se convertía en una amenaza para el hombre, plasmándose así el terror de la guerra.

El animal que canta:
el animal que puede
llorar y echar raíces
rememoró sus garras. (…)

He regresado al tigre.
Aparta, o te destrozo.

Hoy el amor es muerte,
y el hombre acecha al hombre.

Cuando estalló la guerra civil, Miguel inició la poesía del amor-esperanza, en la que se volvía hacía su mundo interior y personal además de empequeñecer la realidad para poder combatirla, tomando como base un amor voluntario e idealista y la ausencia de su mujer e hijos; expresando en sus poemas un gran amor íntimo a su mujer, dolor interno por la muerte de su primogénito, así como alegría y esperanza por el nacimiento del segundo hijo.

El sol, la rosa y el niño
flores de un día nacieron.
Los de cada día son
soles, flores, niños nuevos. (…)

Entre las flores te fuiste.
Entre las flores me quedo.

Como tercer tema tenemos la vida y la muerte, las cuales consiguió unir en el sentido existencialista del filósofo Heidegger y Quevedo; y también en el sentido de la muerte-semilla, según el cual la mujer es quien proporciona la vida y el vencedor de la muerte es aquel que engendra una nueva vida, entendiendo así la vida de los seres humanos como semilla germinadora de una nueva.

Menos tu vientre
todo es oscuro.
Menos tu vientre
claro y profundo.

Además, algunos de los símbolos empleados por Miguel y que estaban relacionados con la dualidad vida-muerte fueron los huesos y la lluvia. El primero de ellos simbolizaba la muerte durante su primer periodo; en el periodo amoroso, eran los centros del impulso erótico; en el bélico, se usaba la metonimia hueso-ser humano y se relacionaba con el empuje se los combatientes republicanos y la germinación; y en el periodo de las prisiones, se identificaban con la muerte, el centro de la ausencia erótica y la imagen de la atracción amorosa. El otro fue la lluvia, el cual pasó a lo largo de su producción poética de designar una realidad natural y representar al amor y la pena por la muerte de un ser querido a ser regeneradora de vida.

Desbordantemente sola
la leche alumbra tus huesos.

Tras abandonar la poesía pura y católica en la que condenaba los actos revolucionarios de los campesinos, y criticaba las posiciones políticas de los anarquistas, los comunistas y los sindicatos obreros; Miguel inició una poesía de compromiso social y político, libre de cargas y prejuicios católicos, en la que se posicionó junto al pueblo trabajador para defender sus derechos, su libertad y sus tierras. En esta poesía más personal y directa, el “yo” pasó a ser “nosotros”, además de incitarse a luchar por la lealtad y los ideales de solidaridad. Aunque con el fin de la guerra, su poesía se volvió pesimista y solo se aferró a la vida y a la esperanza por medio del amor.

Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.

Como conclusión, podemos decir que la poesía hernandiana se trata de una poesía muy personal que va evolucionando, en cuanto a la temática y al estilo, de acuerdo con los sucesos que van ocurriendo en su vida.


Alicia Aliaga Vicente
2ºBat A

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